10 EJERCICIOS DE MINDFULNESS PARA NIÑOS
Cada vez son más numerosas las investigaciones científicas y las
experiencias prácticas que ponen en evidencia los beneficios que las
estrategias de Mindfulness aportan a niños y adultos.
La investigación ha mostrado que la práctica de Mindfulness activa
zonas cerebrales que están implicadas en la planificación, la memoria, la concentración y la ejecución
de tareas e inhibe/relaja zonas sobre-activadas (identificadas en niños con
problemas de atención).
Uno de los primeros
elementos de atención que se trabaja al practicar mindfulness es la atención auditiva. Al inicio de cada
sesión de atención plena se hace sonar una “campana” (crótalos o cuenco
tibetano). Cada vez que suena la “campana”, los niños aprender que han de dejar
cualquier cosa que estén haciendo, han de cerrar sus ojos, escuchar muy atentamente el sonido y
permanecer en silencio, atentos a él, hasta que dejen de oírlo (aproximadamente
10 a 20 segundos).
Cuando termine cada ejercicio te podrán explicar qué han sentido.
SUGERENCIAS GENERALES PARA LAS PRÁCTICAS:
Para
practicar mindfulness con niños es importante apartar la idea preconcebida de hacer
que se sienten en un cojín con los ojos cerrados tratando de no pensar en nada.
La idea es que aprendan a tener conciencia de su percepción, que entrenen sus
sentidos y aprendan a utilizarlos con mayor eficacia. Que poco a poco, de forma
lúdica, vayan profundizando en el conocimiento de sí mismos y su posibilidad de
gestionar la información que reciben tanto del exterior como del interior de su
cuerpo.
El
objetivo principal de esta práctica es la observación atenta y
consciente de lo que pasa por nuestra mente y nuestros sentidos, sin juzgar ni
dejarnos llevar por ello.
Lo
ideal es que estos ejercicios se realicen más de una vez a la semana y preferiblemente
a la misma hora, evitando aquellos momentos en que los niños están muy casados
o enfadados. Es importante que se le explique, de forma sencilla, en que va a
consistir el “juego” que van a realizar.
Para
comenzar y para finalizar cada ejercicio haz sonar una campanilla, un cuenco
tibetano o los crótalos y pide a los niños que escuchen atentamente el sonido
hasta que desaparezca completamente.
Recuerda que el tiempo de duración de los ejercicios debe adecuarse a los niños.
Al principio unos pocos minutos es suficiente. A medida que van practicando
pueden ir incrementando el tiempo de práctica.
EJERCICIOS:
1. Ser un astronauta:
Plantea a los niños jugar a ser astronautas
que visitan otros planetas. Luego de ir describiendo un recorrido por el
espacio y llegar a un lugar que tu determines (un planeta, una estrella, etc.),
ofréceles un trozo de una fruta y pídeles que la describan con los 5 sentidos.
Como si nunca la hubieran visto. Indícales que no quieres saber su nombre sino
cómo es: que forma tiene, cuál es su color, su peso, si es blando o duro, cuál
es su textura, si huele a algo, qué sabor tiene, si hace algún sonido, qué pasa
cuando la acercan a los labios….y ¿cuándo la introducen en la boca?, Recuérdales
que es algo que nunca han visto o conocido, que pongan mucha atención a lo que
dicen de ella sus sentidos.
2. El parte meteorológico:
Es un buen ejercicio para saber cómo
se sienten los niños, sobre todo si son pequeños. Explícales que vais a hacer
un parte meteorológico del su cuerpo. Si no saben que es un parte meteorológico
debes explicarlo previamente, con palabras sencillas.
Una vez asegurada que todos entienden
lo que van hacer, pídeles que se sienten cómodamente, que cierren los ojos y tomen
un tiempo para descubrir cómo se sienten en ese momento. ¿Qué tiempo está
haciendo por dentro? Dile que observen si brilla el sol y se sienten relajados,
o si hay nubes y está a punto de caer un chaparrón, o quizá si hay una
tormenta. Pídele que observen de forma amable y curiosa el tiempo que hace
dentro de su cuerpo e indícale que simplemente están observando lo que hay en
su interior, que puede ser que en otro momento del día cambie, pero ahora es
como es, y así está bien. Explícales que los estados de ánimo cambian como
cambia el tiempo, que pasan por sí mismos y no hay que hacer nada para ello.
La idea es que esta revisión sea
simple y que los niños no se sientan juzgados por el tiempo que hay en su
cuerpo. Recuérdales que siempre, mañana será otro día y sus estados de ánimo
pueden cambiar como el clima.
3. Quietos como una rana:
Esta actividad tiene como objetivo que
los niños aprendan a bajar sus “revoluciones”, que aprendan a tranquilizarse
deteniéndose unos minutos (o unos segundos) centrándose en su respiración. Invita
a los niños a jugar a quedarse quietos como una rana. Recuérdales que, aunque es
cierto que las ranas brincan y dan unos saltos gigantes, también pasan mucho
tiempo quietas mirando a su alrededor y respirando ampliamente. Ensénales como
la rana se infla y desinfla al respirar (respiración abdominal) y cómo eso la
ayuda a calmar su cuerpo.
4. Entrenando superpoderes:
Explícales a los niños que vais a entrenar los sentidos para tener
los “superpoderes” que tienen los “superhéroes”. Para eso necesitan estar muy
quietos y atentos durante todo el ejercicio, observando con todo detalle las
sensaciones que vayan teniendo, sin juzgarlas (sin etiquetas) ni asociarlas con
cosas positivas o negativa. Podemos comenzar por el oído, ya que la mayoría de
los superhéroes son capaces de escuchar sonidos muy “pequeños”
Entrenamos el oído:
Pídele a los niños que se siente en una posición cómoda, relajada,
con los ojos cerrados y que coloquen sus manos sobre sus rodillas. Explícale
que deben poner mucha atención a los sonidos que escuchen y “seguirlos” hasta que
desaparezcan. Cuando esto suceda levantarán una mano. Una vez dadas las
instrucciones haz sonar los crótalos, la campana o el objeto que hayas elegido.
Repite el ejercicio al menos 3 veces.
El objetivo de este ejercicio es aquietar la mente y mejorar la
atención y la concentración ya que cuando los niños se concentran en el sonido se
reduce la intensidad de sus pensamientos y se favorece sus capacidades de
concentración y relajación.
Entrenamos el
tacto, la vista y el olfato:
Para entrenar estos “superpoderes” debemos entregar a los niños un
objeto (una flor, una fruta, un trozo de chocolate, un bombón o simplemente un
juguete). Una vez dadas las instrucciones correspondientes y hecho sonar los
crótalos, les pediremos que toquen suavemente el objeto que tienen en sus manos
poniendo mucha atención a las sensaciones que les produce tocarlo. Deja que los
niños experimenten durante 1 minuto y vuelve a tocar la campanilla.
Ahora pídeles que huelan el objeto y observen las sensaciones que
tiene a través del olfato. Pasado un
minuto vuelve a tocar la campanilla y esta vez pídeles que lo miren con atención, que repasen cada detalle, color,
forma, etc. Después de 1 minuto de
observación atenta, toca de nuevo los
crótalos y da por finalizada la actividad, solicitándoles que compartan con
el grupo lo que han experimentado. Recuerda que compartir sus experiencias debe
ser voluntario, sin juicios o calificaciones de las sensaciones. No presiones
la participación ni hagas preguntas que pueden llevar a juicios de valor como ¿olía
bien o mal? o ¿te gustó o no? Tampoco permitas críticas o burlas entre los
miembros del grupo.
5. Baile con los ojos del corazón:
Explícales a los niños que el “juego”, en esta ocasión
consiste en bailar con los ojos vendados. Pídeles que presten mucha atención a
las emociones que sienten y que se permitan expresarlas a través del movimiento
de su cuerpo. Recuérdales que durante el ejercicio deben guardar absoluto
silencio, para poder escuchar y observar sus emociones con mucha atención y
poder expresarlas con el movimiento. Adecua la duración del ejercicio a la edad
de los niños, de unos pocos minutos a un máximo de media hora. Al terminar el
baile, dale un tiempo de reposo para asimilar lo que han experimentado y luego
pídeles que compartan su vivencia: ¿Cómo se han sentido? ¿Qué han aprendido?
6. Escucha
consciente:
Para practicar la escucha consciente trabajamos con el “ser conscientes de
los sonidos”. Puedes utilizar una campanilla, un cuenco tibetano o los crótalos
para producir el sonido. Explícale a los
niños que el ejercicio consiste en intentar que nuestros cuerpos se vuelvan
conscientes de los sonidos que producen esos instrumentos. Recuérdales que
deben permanecer en silencio y muy atentos. Que cuando escuchen el sonido deben
atender a él hasta que desaparezca, hasta que ya no lo escuchen. En ese
momento, sin hacer ruido ni hablar levantarán una mano. Cuando todos hayan levantado
la mano. Con voz suave, diles lo bien que lo han hecho e indícales que vais a
repetir el ejercicio (puedes hacerlo con otro instrumento para mantener la
atención, sobre todo con niños muy pequeños).
Al finalizar, felicítalos e indícales que ahora deben estar mucho más
atentos porque van a intentar escuchar y atender a cualquier sonido que se
encuentren a su alrededor: el timbre de
la escuela, un pájaro, un coche en la calle, cuando algún compañero hable o
tosa o se mueva, incluso el latido de su corazón, etc. Permite que los niños
estén atentos unos minutos, haz sonar la campanilla, concede un tiempo para que
vuelvan suave y tranquilamente al “aquí y ahora” y abre el espacio para comentar
la experiencia preguntándoles si quieren compartir algunos sonidos de los que se
han dado cuenta; si creen que es importante ser capaz de concentrarse, ¿Por
qué?, ¿Cuándo podrían utilizar escucha atenta? (Aprovecha para reforzar la
importancia y utilidad de esta habilidad)
7. Pajita o
popote o pitillo consciente:
Este ejercicio busca tomar consciencia de la respiración. Consiste en inhalar
y soplar el aire a través de una pajita o popote, dentro de un vaso con agua de
manera que se formen burbujitas pequeñas. Explícale a los niños cómo se va a
realizar el ejercicio y haz hincapié en que las burbujas que van a forma deben
ser pequeñas, no deben salir del vaso. Recuérdales que deben estar en silencio
y muy atentos a lo que sienten y lo que pasa, inspirando y espirando suavemente
y con calma. Mantén la actividad unos minutos. Emplea el sonido de la
campanilla para iniciar y finalizar el ejercicio. Recuerda invitar a los niños
a compartir y comentar la experiencia.
8. Pañuelo
consciente:
Este es otro ejercicio para tomar consciencia de la respiración. Las instrucciones
generales ya las conoces (silencio, atención, etc.), recuérdaselas a los niños
y explícales que ahora para seguir tomando consciencia de su respiración, vais
a hacer una práctica con un pañuelo desechable. Reparte los pañuelos y
explícales con una demostración como deben sujetar el pañuelo en la pared con
una mano y soplar en él de manera que al quitar la mano el pañuelo no caiga al
suelo. Si aparecen dificultades indícales que deben ser pacientes, que la
práctica atenta les permitirá lograr lo que persiguen. Después de unos minutos,
toca la campanilla y finaliza el ejercicio. Recuerda favorecer el compartir la
experiencia. Puedes repetir este ejercicio varias veces.
9. Caminata
consciente:
Para realizar este ejercicio pídele a los niños que se quiten los zapatos y
quién desee los calcetines. La práctica consiste en realizar un recorrido con
pasos muy lentos (quien lo desee puede hacerlo con los ojos cerrados) caminando
por el espacio en donde se encuentren. Explícales que deben poner mucha atención
a cada paso que den para darse cuenta de cómo es el piso: si es rugoso, liso,
de madera, si tiene piedras, si hay rampas, etc. La práctica puede durar entre
5 y 15 minutos aproximadamente. Finalízala tocando la campanilla y compartiendo
las sensaciones experimentadas.
10.
La antena:
Este ejercicio tiene como objetivo que
los niños lleven a la cotidianidad los aprendizajes de atención plena que van
adquiriendo con las prácticas en las sesiones. Consiste en recordar cinco (5)
cosas que vean de camino al colegio, en un tramo de un viaje en coche, en la
visita a un museo o en un simple paseo por la calle (un árbol, un animal, un edificio
peculiar, personas, niños jugando, etc. Indícales que deben prestar la mayor
atención cuando realicen este ejercicio ya que deben tratar de percibir la
mayor cantidad de cualidades posible de lo que observen, sin juzgar; es decir,
sin decir si es malo o bueno; bonito o feo, etc. simplemente apreciando las
características de lo que les rodea en cada situación.
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